Queridos Lectores:
Una semana más. Y acabamos de vivir “Memorial Day” o el “Día de Remembranza” o el “Día en Memoria” de quienes dieron su vida, hombres y mujeres, durante su servicio a esta patria desde las Fuerzas Militares.
Esta fecha, si nos detenemos a pensar, tiene gran importancia para la historia de este país. Para la historia de los católicos, de este país, que seguro en algunas familias han perdido a sus seres queridos en la guerra.
Y precisamente, sobre el tema, de la pérdida de los seres queridos es que quiero detenerme en esta columna de esta semana. Y al hablar de la pérdida, de cómo mantenemos su memoria. O al decirlo de otra manera, cómo los recordamos.
En el caso de este día, se recuerda a los caídos en la guerra. Pero en la historia de este país, no sólo se han perdido vidas en la guerra. Se ha vivido esta realidad con el ataque guerrillero a las torres gemelas, con el desastre de Katrina, con el desastre causado por los tornados y obviamente, con esta larga guerra de Irak.
Yo me pregunto, si realmente pensamos sobre estos acontecimientos que son parte ya de la historia de este país. Se trata de hechos que han tocado a las familias norteamericanas. En otros casos de la simple desaparición de alguien que queremos.
Esa realidad que sabemos, de la que siempre creemos estar conscientes, pero que cuando se presenta en alguien cercano: nuestro padre, nuestra madre, nuestro tío, nuestro hermano, hermana, en fin, nos lleva al dolor intenso y a la pregunta del ¿por qué?
Y tratando de responder a esta pregunta, es bueno cuestionarnos hasta dónde somos conscientes de la realidad que representa la muerte en nuestras vidas. También, sería importante preguntarnos: ¿ Cómo vivimos cada día? ¿Cómo nos relacionamos en familia? Cómo interactuamos unos con otros en nuestro trabajo? ¿Si tenemos compasión de las personas que nos rodean? ¿Somos conscientes de nuestros defectos y cómo afectan a nuestros seres queridos?
Por ejemplo, eso de si tenemos compasión de las personas que nos rodean es algo muy importante, pues nos lleva a vivir cada día o cada minuto, como si se tratara del último y pienso que esa es la mejor forma de hacerlo. Más si somos católicos y queremos dar realmente testimonio de esto, en nuestras vidas. No se trata sólo de ir a misa y ya. No, se trata de la forma como vivimos nuestra cotidianidad, con el esposo, la esposa, los hijos. La vida en el hogar.
La pérdida de un ser querido y en este caso que se encuentra tan lejos, si pensamos en los miles de inmigrantes que hay en este país, siempre nos lleva a preguntarnos ¿cómo fue esa última vez que lo vimos? ¿Fuimos felices? ¿Cómo nos despedimos? ¿Qué fue lo que compartimos en el último encuentro? Esta lista de preguntas podría ser mucho más larga, pero el punto es que nos lleve a reflexionar sobre cómo vivimos hoy nuestra relación con quienes forman parte de nuestras vidas. Ya sea en nuestro país o aquí hasta donde hemos venido para iniciar una nueva etapa de nuestra vida.
La muerte en sí, es tan cierta, que a veces nos atemoriza. Nos llena de dudas. Cuando la he enfrentado personalmente en la pérdida de un ser querido, pues me lleva a refugiarme mucho más en la oración y obviamente, a pensar detenidamente quiénes forman parte de mi vida y a quienes no quiero perder. Es ahí donde está el significado de nuestra vida y hasta donde llega la valoración real que tenemos del “otro”. Ya sea el esposo, la esposa, los hijos, los sobrinos, las cuñadas, los tios, tias, primos. Siempre hago un repaso mental de quienes viven y lo que significan para mí.
Greg Hadley, un amigo personal me dio una gran lección cuando compartíamos este tema de la muerte hace unos días. El es una persona muy espiritual. Es católico y adora a su esposa. Y hablando en una comida de amigos, me dijo que un sacerdote en su parroquia le había dicho: “deberíamos tratar a cada persona, como si supiéramos que éste será el último de sus días”. Y si nos quedamos pensando en esta frase que encierra tanta sabiduría, veremos que es la forma correcta de vivir cada momento, para darle el valor que merece.
Por eso, esta semana quise compartir con mis lectores esta experiencia personal y lo que he aprendido, con el fin de enviar un mensaje que nos lle ve a vivir mejor cada momento de nuestras vidas con quienes realmente tienen valor. Sobre todo ahora que hemos estado unidos en familia durante el “Memorial Day” o el Día en Memoria de nuestros caídos en la guerra.
La muerte está ahí. Es una realidad. No lo olvidemos, porque si lo olvidamos, nos puede sorprender y a lo mejor será demasiado tarde para hacer todo lo que queremos y ser lo que deseamos con quienes forman parte de nuestra vida.