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17 de February de 2025

Motivando a la participación plena durante la Cuaresma


Motivando a la participación plena durante la Cuaresma

 

Así como el centro de cada semana es el domingo, día santo en el que se reúne el pueblo santo, así «el centro culminante de todo el año litúrgico esplende en el santo Triduo pascual de la Pasión y Resurrección del Señor, que se prepara en el tiempo de Cuaresma y que se prolonga en la alegría de los cincuenta días sucesivos». (Carta circular de la Congregación para el Culto Divino, sobre la preparación y celebración de las fiestas pascuales, [CL] Congregación para el Culto Divino, 1988).

Cada año, el equipo de liderazgo pastoral de cada parroquia y comunidad eclesial busca ampliar y profundizar la participación de los fieles en el Triduo y la Iglesia hace eco de este deseo en sus textos litúrgicos. Las rúbricas de apertura de la Misa del Jueves Santo establecen: “La Misa de la Cena del Señor se celebra… con la participación plena de toda la comunidad local y con todos los sacerdotes y ministros en el ejercicio de su oficio” (Misal Romano, “Jueves de la Cena del Señor”, n. 1). La visión pastoral para el Triduo es nada menos que ésa, que la participación sea de toda la comunidad local, de forma plena y contando con la presencia de todos los bautizados y ministros ordenados. 

¿Cuáles podrían ser algunas actividades y prácticas claves o fundamentales para fomentar dicha participación?

 

Preparación para la invitación a participar

Una de las claves para una participación más plena reside en el liderazgo pastoral de cada comunidad. El mismo Misal Romano insiste en que “los sacerdotes no deben dejar… de explicar a los fieles cristianos… el sentido y el orden de las celebraciones, y de prepararlos para una participación activa y fructífera” (Misal Romano, “El Sagrado Triduo Pascual”, n. 2). La catequesis litúrgica contínua por parte del sacerdote y de todo el equipo de liderazgo puede crear una atmósfera atractiva y alentadora para las invitaciones a participar en el Triduo.

Antes de que comience la Cuaresma, el equipo pastoral se toma el tiempo para aclarar el vocabulario y la teología específicos de esta invitación. Conscientes de que la palabra “Triduo” puede resultar poco familiar, el equipo decide el término que utilizará de manera constante. ¿Se trata de “el Triduo Pascual”, “el Sagrado Triduo Pascual” o “los Tres Más Grandes Días”? Con una expresión elegida, el equipo analiza la teología unitiva del Triduo, mejor expresada en la antífona de entrada del Jueves Santo: “Debemos gloriarnos en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, en quien está nuestra salvación, vida y resurrección, por quien somos salvados y liberados” (Misal Romano, “Jueves de la Cena del Señor”, n. 6). No se trata de múltiples temas, sino de un tema: el Misterio Pascual presente aquí y ahora, que es el foco del Triduo.

Los miembros del equipo repasan la configuración particular del Triduo. Por ejemplo, la Cuaresma termina al atardecer del Jueves Santo y el Triduo comienza con la Misa vespertina de la Cena del Señor. Los días del Triduo se cuentan a la manera judía y cada día comienza al atardecer del día anterior. El Triduo es esencialmente una sola liturgia celebrada durante estos tres días.

El equipo también tener en cuenta que el Triduo no es una representación de la Pasión ni una recreación histórica de la Pasión y muerte de Cristo. Más bien, como nos recuerda Paul Turner, la liturgia del Triduo es el “medio por el cual los fieles se introducen en estos misterios” (Glory in the Cross, Collegeville: Liturgical Press 2011, p. xv). Con un vocabulario y una teología comunes, entonces, el equipo pastoral comienza por dar la bienvenida a toda la comunidad al Triduo como el corazón y actividad central de nuestro año, aquello para lo que nos preparamos, por lo que ayunamos, oramos, trabajamos y ministramos con anticipación gozosa y diligente.

 

Participación en el camino cuaresmal

Una segunda clave para una participación más plena es comprender el doble carácter de la Cuaresma. El período de purificación e iluminación compromete tanto a los elegidos como a los bautizados en una preparación espiritual intensa: los elegidos se preparan para morir y resucitar con Cristo mediante la inmersión en las aguas vivificantes y los ya bautizados se preparan para morir y resucitar con él mediante la renovación anual intencional de las promesas bautismales. El camino cuaresmal del discipulado es para ambos grupos.

 

Invitaciones antes y durante la Cuaresma

Con estas claves fundamentales claras, comienza la difusión específica. Las mejores invitaciones suelen ser las que se ofrecen en persona. Por eso, antes y durante la Cuaresma, los miembros del equipo pastoral pueden ofrecer una catequesis breve y centrada en el Triduo para las reuniones regulares de los ministerios y organizaciones parroquiales. Por ejemplo, los Caballeros de Colón, los Jóvenes Adultos, la Sociedad Guadalupana, Parejas para Cristo, los Scouts, Cuidado de la Creación, el Grupo de Duelo y muchos otros apreciarán esta atención reflexiva dirigida específicamente a la participación de esos grupos en el Triduo.

El equipo también debe asegurarse de tener reuniones con los acomodadores, los miembros del coro y catequistas.

Una visión completa del Triduo y una invitación personal para ellos, seguramente mostrará cuán profundamente sus ministerios son apreciados y cuánto necesita la comunidad de su participación comprometida.

Una reflexión vespertina con los lectores les ayudará a apreciar y comprender las lecturas tradicionales del Triduo. Una mañana de recogimiento y reflexión con los ministros de la Comunión puede acercar y elevar sus corazones a las experiencias y el misterio del Triduo.

Al planificar mi primer Triduo en la parroquia de la catedral de San Carlos en Monterey, California, repentinamente me di cuenta de que no necesitaba ministrar solo. Así que creé tres equipos de maestros de ceremonias, cada uno compuesto por ministros litúrgicos veteranos o expertos y un adulto joven o adolescente. La participación de estos en el Triduo fue un servicio entre bastidores para la comunidad.

Una motivación adicional para participar surge cuando se pide a los feligreses que supervisen un elemento particular del Triduo con un mentor capacitado. El Jueves Santo, por ejemplo, la participación podría incluir la preparación de velas para la procesión hasta el altar del reposo; organizar la colecta para los pobres; preparar el altar del reposo; crear y llevar una pequeña cubierta o tienda sobre el Santísimo Sacramento; o comprometerse a momentos de oración durante la adoración.

La participación en el Viernes Santo puede consistir en ayudar con la oración matutina o tomar turnos para sostener la Santa Cruz durante su adoración. La Vigilia Pascual necesita que los feligreses preparen (y apaguen) el fuego de Pascua, traigan campanas para el Gloria, coloquen toallas para los bautismos, ayuden en las habitaciones donde se cambian los neófitos. ¡Y, por supuesto, cada día, el ministerio de poner todo en orden!

 

Participación en el proceso del catecumenado

Las invitaciones para celebrar el Triduo se dirigirán a quienes participan en el catecumenado: a los compañeros de oración de los elegidos, los catequistas, el equipo de catecumenado, los patrocinadores, los feligreses que organizaron cenas o experiencias ministeriales y a los interesados y sus familias.

La comunidad está invitada a los Ritos Preparatorios para los elegidos durante la Oración Matutina del Sábado Santo, al retiro para los elegidos de ese día y, por supuesto, a la recepción festiva para ellos después de la Vigilia. Una invitación a aquellos que fueron iniciados en años anteriores también puede ser una manera eficaz de aumentar la intensidad de estas celebraciones.

 

Invitaciones durante la Cuaresma

“La catequesis sobre el misterio pascual y los sacramentos debe tener un lugar especial en las homilías dominicales” durante la Cuaresma (CL 12). A lo largo de la Cuaresma, los homilistas pueden extender la invitación al Triduo con imágenes elaboradas a partir de sus predicaciones. Las intercesiones generales, redactadas cuidadosamente, pueden centrar la atención en los sacramentos que se celebrarán y los compromisos que se renovarán. Los anuncios, que articulan de manera coherente la visión tanto de la Cuaresma como del Triduo, también pueden tener un impacto.

Para facilitar la participación espiritual durante el Triduo, se podría preparar un pequeño folleto con oraciones y lecturas del Triduo cuidadosamente seleccionadas para cada ministerio y grupo, durante la Cuaresma. Se podría incluir una invitación específica con las fechas y horas de cada liturgia del Triduo. Si las finanzas lo permiten, tal vez se podría ofrecer el folleto a todos los hogares por correo.

Considere cada evento comunitario de la Cuaresma como un momento para la invitación al Triduo. Las cenas de pescado frito de los viernes, el Vía Crucis y las celebraciones comunitarias de penitencia pueden incluir un momento de catequesis, así como una invitación específica al Triduo.

De todos estos modos, queda claro que “toda la comunidad local” está comprometida a vivir el Triduo Pascual como “centro teológico y litúrgico de nuestra vida” (Gloria en la cruz, 114).

Y, por último, imaginemos esta escena durante la Vigilia Pascual. Estamos juntos, sosteniendo velas encendidas con el fuego del cirio pascual, mirando el agua bendita que todavía se agita tras los bautismos que acaban de concluir, esperando el regreso de los neófitos con sus radiantes vestiduras blancas. Estamos juntos, con corazones elevados, preparados por nuestras liturgias cuaresmales para renovar nuestro compromiso con el Cristo crucificado y resucitado presente en medio de nosotros a través de nuestras promesas bautismales. ¡Qué alegría ver todos estos rostros nuevos y familiares participando en el Triduo de cada año! ¡Imagine lo que el Espíritu Santo puede crear a partir de nuestras humildes invitaciones!

 

Puede encontrar más recursos para el tiempo litúrgico en nuestra página de Cuaresma y Pascua, aquí.

Publicado originalmente en Today’s Liturgy © 2018 OCP. Todos los derechos reservados.