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11 de February de 2025

Espiritualidad en Cuaresma


We Contemplate the Mystery: Worshiping with a hymn of the day during Lent and Easter

 

La santa Cuaresma comienza con el rito de imposición de la ceniza el miércoles. La celebración anual de la Cuaresma es un tiempo favorable durante el cual se asciende a la santa montaña de la Pascua. Tiempo de preparación a la fiesta central. Pascua del Señor en su Nacimiento (Navidad), Pascua del Señor en su Muerte y Resurrección (Pascua). 

Cuaresma es un tiempo extraordinario. Es un camino hacia la Pascua. Es un Vía Crucis que desembocará en un Vía Lucis. Tiempo de gracia y de misericordia; tiempo para la revisión de una Iglesia que se debe reconocer también pecadora, pero llamada a la liberación; tiempo de revivir la libertad de todo pecado.

La Iglesia que desea cada año renovarse espiritualmente con la oración, el ayuno y la limosna, los catecúmenos que se preparan para el bautismo y los penitentes que quieren reconciliarse con Dios con motivo de Pascua, tienen en la Cuaresma un sacramentum quadragesimale, un itinerario de gracia que han de recorrer gozosamente, iluminados por el fulgor que reverbera de la Pascua.

Cristo, que se encamina a Jerusalén para culminar el misterio pascual de su vida, muerte y resurrección, es el protagonista, modelo, maestro y acompañante de nuestra escalada cuaresmal. Hemos de vivir con él el misterio del dolor y de gloria, de muerte y de vida.

En Cuaresma, como en cualquier tiempo, debemos cantar, pero no debemos cargar de cantos la celebración. Demos oportunidades en este tiempo al silencio musical y a la austeridad en el canto. La Cuaresma es un tiempo de austeridad; ésta se ha de manifestar sobre todo en nuestra forma de vivir, pero también tanto en el ornato del templo como en el canto.

Los grandes temas cuaresmales

Los grandes temas cuaresmales que deben aparecer en los textos de Cuaresma reflejan las distintas directrices de la Cuaresma actual. Los cantos con el tema del pecado y el perdón son abundantes. Es una directriz que se ha desarrollado bastante, pero en Cuaresma tenemos que cantar más que el pecado y el perdón.

  1. La Pascua de Jesús, el paso del Señor, debe estar siempre en el horizonte de nuestros cantos. Todo el dinamismo progresivo de la Cuaresma apunta a ella. Es para nosotrosla meta, como lo fue para Jesús la hora de pasar de este punto al Padre, su hora. El tema del éxodo, por lo que tiene de movimiento, de dinamismo. El prójimo, la solidaridad con los necesitados, como apertura a los hermanos; la escucha atenta y meditativa de la Palabra como apertura a Dios.
  1. Los sacramentos pascuales: el recuerdo vivo de nuestro bautismo debe estar presente en todas nuestras jornadas cuaresmales, preparatorias de la gran Eucaristía pascual, el agua (la mujer samaritana), la luz (el ciego de nacimiento), la vida (resurrección de Lázaro). Todos estos temas nos señalan la dirección catecumenal de la Cuaresma: la conversión, la alianza nueva, la renovación bautismal.

“Yo soy el agua viva,

la fuente clara que mana siempre.

Yo te esperaba, ven a beber.

Yo soy el agua para tu sed” (C. Gabaráin).

  1. La travesía del desierto, con su experiencia de libertad y de encuentro con Dios.

“Nos has llamado al desierto,

Señor de la libertad.

Y está el corazón abierto

A la luz de tu verdad” (B. Velado).

  1. La montaña sagrada, lugar privilegiado de las teofanías o manifestaciones de Dios: el Sinaí (Moisés), el Horeb (Elías), el Tabor (Cristo), el Calvario. En el Tabor se anticipa ya la gloria de la Pascua.

“Subimos con esperanza

la escalada cuaresmal;

y el pueblo de Dios avanza

hacia la cumbre pascual” (B. Velado).

  1. La Alianza, siempre renovada y fiel, nueva y eterna.

“Dios es fiel, guarda siempre su Alianza.

Libra al pueblo de toda esclavitud.

Su palabra resuena en los profetas

Reclamando el bien y la virtud” (A. Taulé).

  1. La conversión. Desde el Miércoles de Ceniza, el pregón es incesante: “Arrepiéntanse y crean en el Evangelio” (Marcos 1, 15). La práctica penitencial externa, de cada uno y de la comunidad entera, ha de brotar de la conversión interior del corazón y se ha de orientar al amor de Dios y al bien de los hermanos.

“Convertíos al Señor

De todo corazón.

Él se apiadará de nosotros

Y nos dejará su bendición” (A. Alcalde).

Todos estos temas nos muestran qué aspectos de la Cuaresma están más desarrollados y qué lagunas tenemos. A la hora de programar y seleccionar nos ayudará a saber en qué cantos tenemos que poner el énfasis para que el canto sea convergente con las lecturas, oraciones, ritos y tiempo litúrgico, de manera que podamos conseguir el objetivo que nos proponemos: que el pueblo cristiano se prepare en Cuaresma cada vez más para poder celebrar y vivir mejor la Pascua de Jesús, es decir, que la comunidad cristiana se incorpore a su Señor, Cristo Jesús, en su paso pascual.

El canto en Cuaresma

La Cuaresma y el Adviento son tiempos litúrgicos no tan importantes como la Pascua y la Navidad. Estas son centrales, nucleares en el año litúrgico, y vienen precedidas cada una de un tiempo que las prepara: la Cuaresma es a la Pascua como el Adviento a la Navidad. Pero Adviento y Cuaresma son tiempos en que las comunidades cristianas están psicológicamente más predispuestas a la creatividad, a hacer cosas, a organizar algo. Por esta razón, debemos aprovechar estas disposiciones para mejorar y potenciar el canto.

En Cuaresma, los cantos cuaresmales deben ser más específicos, más identificadores del tiempo litúrgico que celebramos. Hay que cuidar que los cantos cuaresmales no vayan todos en la misma dirección, es decir, la penitencial; además de esta dirección hay que potenciar la catecumenal, bautismal, el camino hacia la Pascua, por la Cruz, a la Luz, la Alianza… Debemos tener una actitud y disponibilidad mayor para que nuestra liturgia, musical y oracionalmente, salga de lo rutinario y convencional.

En Cuaresma no cantaremos ni el Gloria ni el Aleluya, reservándolos para que estallen jubilosamente en la bella y hermosa Vigilia de la Noche de Pascua. Los instrumentos musicales acompañarán “discretamente”, “prácticamente”, acompañando y sosteniendo el canto, pero no sonarán con carácter autónomo, “festivamente”. Dentro de la austeridad cuaresmal se nos permite en el IV Domingo de Cuaresma, Laetare, y la solemnidad de san José los instrumentos festivos como el adorno con flores del altar. Es un detalle de la pedagogía maternal de la Iglesia. 

La asamblea celebrante intensifica su oración, mediante el canto, orando por las necesidades más acuciantes del mundo entero. Por ello, convendría destacar con alguna antífona apropiada la Oración de los Fieles. Por ejemplo, “conduce, Señor, a tu Iglesia a la Pascua eterna”, “En tu Reino, Señor, acuérdate de nosotros”, “Oh señor, escucha y ten piedad”. El salmo responsorial, con su antífona cuaresmal propia, como texto de oración. El Cordero de Dios, “que quita el pecado del mundo”, en su forma litánica.

La Cuaresma nos invita a subir con Jesucristo a Jerusalén, dispuestos a dar la vida como él para ser, con él, a través de la Cruz, el fermento de un mundo nuevo.

Tiempo de austeridad, también musical

Tiempo de austeridad en el canto, tiempo de austeridad en el ornato del templo, tiempo de austeridad en los instrumentos musicales. Como signo de austeridad no deberíamos cantar el canto final ni tampoco en el rito de la paz, para resaltarlo más en Pascua como signo de la presencia del Resucitado. Sí debemos cantar la fracción del pan, el Cordero de Dios. Y cantarla litánicamente; es decir, el solista repite varias veces la invocación y la asamblea va contestando: “Tenpiedad de nosotros”, terminando la última vez con el “Danos la paz”. Tampoco hagamos sonar los instrumentos en momentos que son para el silencio, por ejemplo, durante las ofrendas, y mucho menos durante la consagración, que no se debería hacer nunca.

Los cantos más específicos de este tiempo de gracia y conversión

No es indiferente el hecho de preparar unos cantos u otros. En las primeras semanas de Cuaresma, el tono de las lecturas y oraciones, y por tanto de los cantos, es de nuestra conversión y cambio vivencial. Las últimas semanas, a partir ya del IV domingo, están centradas en el camino de Jesús y su cruz. Si ya el Miércoles de Ceniza entonamos el “Ved la cruz de salvación” o el “Victoria, tú reinarás”, no respetamos la dinámica pedagógica que tiene la Cuaresma. Es muy importante y pedagógica la programación de los cantos.

Cuando el grupo de liturgia organiza y selecciona bien una serie de cantos para la Cuaresma está influyendo en los fieles, tal vez más que el sacerdote con su homilía. Tenemos que cambiar el repertorio y mejorar la oferta musical para nuestras comunidades. Ahora tienen que ser cantos específicos, de la misma manera que en Adviento o en Navidad, cantos que sean identificadores del tiempo en que estamos. Hay que cambiar el repertorio y, por tanto, cambiar el carácter de los cantos. Ahora en Cuaresma se pueden elegir cantos como: “Nos Has Llamado al Desierto” (A. Alcalde), “Dios Es Fiel” (A. Taulé), “La Alianza Nueva” (L. Deiss), “Errante Voy” (J. Espinosa), “En Tierra Extraña Peregrinos” (C. Gabaráin), “Llorando los Pecados” (J. M. Álvarez), “Camina, Pueblo de Dios” (C. Gabaráin), “Este Es el Ayuno” (A. Alcalde); “Cruzando el Inmenso Desierto” (D. Julien), entre otros.

Tendríamos que conservar piezas gregorianas como el “Attende Domine” y el “Parce, Domine”. Desde el punto de vista artístico, no son lo mejor del gregoriano, pero son piezas fáciles, sencillas y silábicas que han llegado a ser muy populares. Tampoco deberíamos arrinconar los cantos populares más tradicionales como “Perdona a Tu Pueblo, Señor”; “Perdón, Oh Dios Mío”; y “Amante, Jesús Mío”. Son cantos que han calado muy hondamente en nuestro pueblo y nos resultan muy útiles para los ejercicios piadosos de Cuaresma como es el Vía Crucis.

El canto de las letanías de los santos

Puede ser muy oportuno restablecer la antigua costumbre de entonar las letanías de los santos como canto de entrada del Primer Domingo de Cuaresma. De esta manera se pone en relación este domingo con la Vigilia Pascual, donde vuelven a ser invocados los santos, nuestros hermanos.

“El primer domingo de Cuaresma es el comienzo del venerable sacramento de la observancia cuaresmal” (Ceremoniale Episcoporum 261). La iglesia recomienda que en la misa de este día se utilicen elementos que subrayen su importancia. Si nos recomienda cantar las letanías de los santos es porque ellos son nuestros modelos en este camino cuaresmal. Ellos son los que mejor han vivido la Pascua de Jesús y nos acompañan en el camino cuaresmal. Las invocaciones a los santos, al menos algunas de ellas, pueden y deben ser sustituidas por las que se estimen más apropiadas a la comunidad, como invocar al santo fundador o al santo patrón del pueblo o ciudad.

 

Otros cantos en Cuaresma

Acto penitencial

Debe identificarse durante la Cuaresma. Se podría utilizar la segunda fórmula del misal, que es bastante desconocida por nuestras asambleas. Existen varias musicalizaciones con sus tropos. No olvidemos resaltar la pausa de silencio para la interiorización. Reconozcamos nuestros pecados. Sería muy adecuado el canto del “Kyrie, eléison” con alguna de las melodías gregorianas más sencillas y populares.

La aclamación antes del Evangelio

No debemos omitirla. Podemos seleccionar una buena aclamación-antífona para todos los domingos de Cuaresma y recitar el versículo propio de cada domingo, volviendo a repetir la aclamación-respuesta. Tenemos muy buenas aclamaciones para este tiempo cuaresmal dispersas en distintas obras.

La oración de los fieles

Tendríamos que destacarla en este tiempo con una acertada respuesta de oración por parte de la comunidad orante. Como un signo de novedad y de cambio, esta respuesta tendría que ser distinta de la habitual si tenemos costumbre de cantarla. Si habitualmente cantamos “Te lo pedimos, Señor” o “Te rogamos, óyenos”, ahora en Cuaresma podemos elegir otra.

El canto del prefacio

Es conveniente cantar el prefacio propio de cada domingo, cuando los hay, como en el ciclo A. Si no es posible cantarlo entero, al menos, deberíamos cantar el diálogo introductorio y declamar proclamando el prefacio. Son textos de una riqueza y profundidad litúrgica incalculable. El sacerdote ya tiene en ellos los puntos de su homilía y el tema de su oración-meditación. Sirven a modo de ejemplo estos cuerpos centrales de los prefacios. 

“Por Él concedes a tus hijos anhelar, año tras año, con el gozo de habernos purificado, la solemnidad de la Pascua, para que, dedicados con mayor entrega a la alabanza divina y al amor fraterno, por la celebración de los misterios que nos dieron nueva vida, lleguemos a ser con plenitud hijos de Dios” (prefacio I de Cuaresma).

“Porque misericordiosamente estableciste este tiempo especial de gracia para que tus hijos busquen de Nuevo la pureza del corazón y así, libres de todo afecto desordenado, de tal manera se apliquen a las realidades transitorias, que más bien pongan su corazón en las que duran para siempre” (prefacio II de Cuaresma).

“Porque has querido que en nuestras privaciones voluntarias encontremos un motivo para bendecirte, ya que nos ayudan a refrenar nuestras pasiones desordenadas y, al darnos ocasión de compartir nuestros bienes con los necesitados, nos hacen imitadores de tu generosidad” (prefacio III de Cuaresma).

“Porque con el ayuno corporal refrenas nuestras pasiones, elevas nuestro espíritu, nos fortaleces y recompensas, por Cristo, nuestro Señor” (prefacio IV de Cuaresma).

“Tú abres a la Iglesia el camino de un nuevo éxodo a través del desierto cuaresmal, para que, llegados a la montaña santa, con el corazón contrito y humillado, reavivemos nuestra vocación de pueblo de la alianza, convocado para bendecir tu nombre, escuchar tu Palabra y experimentar con gozo tus maravillas” (prefacio V de Cuaresma).

En ellos encontramos buenos textos para orar, predicar, instruir y animar a nuestro pueblo cristiano, y para componer cantos en la línea del sentir de la Iglesia y del tiempo litúrgico que celebramos.

 

Artículo publicado originalmente en Liturgia y Canción. © 2025 OCP. Derechos reservados.

© 2009 Antonio Alcalde. Derechos reservados. Utilizado con autorización. Publicado en Música y Espiritualidad, dossiers CPL, Centre de Pastoral Litúrgica de Barcelona. Antonio Alcalde es párroco. Profesor de Música Sacra de la Facultad de San Dámaso, Madrid. Consultor y coordinador de la Comisión Episcopal de Liturgia de la Conferencia Episcopal Española. Dicta cursos y dirige seminarios y talleres en España, Estados Unidos y República Dominicana.