¡Qué impresionante! Ésa es mi reacción a la Exhortación Apostólica Gaudete et Exsultate (Alégrense y regocíjense) del Papa Francisco de Roma. Hay tantos aspectos tan maravillosos de la exhortación que nos hablan a cada uno de nosotros; pero quizá para este blog, lo mejor sería animarlos a leer la exhortación entera y presentar también algunos ejemplos de por qué es tan impresionante e innovadora.
Así que ¡tómense un poco de tiempo y anímense a leerla completa! 177 párrafos no es demasiado largo, además de que está escrita en un lenguaje fácil de leer y está disponible desde el Vaticano aquí.
Si se animaron a leerla, tendrán más contexto sobre los siguientes puntos, y si no lo hicieron, aquí encontrarán algunas de las ideas que me parecieron más interesantes:
La santidad está en todas partes. Francisco promueve la santidad todos los días; lo que llama “la clase media de la santidad” es una santidad que se encuentra en “los santos de la puerta de al lado”. El Papa cita a San Juan Pablo II cuando reconoce que la santidad no se limita a la Iglesia Católica, que hay santos e incluso mártires entre todas las formas de cristianos. La santidad es diversa y simple. No hay un solo llamado a la santidad. Cada uno de nosotros es llamado por su propia cuenta a su propio camino, por lo tanto, la forma en que debemos vivir la santidad está de alguna manera determinada por el camino único y diferente que el Señor tiene para nosotros. Esto podría sorprender a los ricos y poderosos: "¿Tienes autoridad? Sé santo luchando por el bien común y renunciando a tus intereses personales"(#14) ¡Esto es algo que va contracorriente!
El párrafo 16 es tan hermoso y sencillo: "Esta santidad a la que el Señor te llama, irá creciendo con pequeños gestos. Por ejemplo: una señora va al mercado a hacer las compras, encuentra a una vecina y comienza a hablar, y vienen las críticas. Pero esta mujer dice en su interior: ‘No, no hablaré mal de nadie’. Este es un paso en la santidad. Luego, en casa, su hijo le pide conversar acerca de sus fantasías, y aunque esté cansada, se sienta a su lado y escucha con paciencia y afecto. Esa es otra ofrenda que santifica. Luego vive un momento de angustia, pero recuerda el amor de la Virgen María, toma el rosario y reza con fe. Ese es otro camino de santidad. Luego va por la calle, encuentra a un pobre y se detiene a conversar con él con cariño. Ese es otro paso.”
En el párrafo 21, el Papa nos indica cuál es el plan de Dios Padre para el mundo, mismo que se puede resumir en una palabra: Cristo. Con esto, realmente está volviendo a lo básico sin complicar las cosas. TODO se trata de Jesús y de nosotros como cristianos en Él.
Por lo tanto, “la santidad se mide por la estatura que Cristo alcanza en nosotros, por el grado como, con la fuerza del Espíritu Santo, modelamos toda nuestra vida según la suya” (#21)
Creo que es la primera vez que algo parecido ocurre en los documentos de la Iglesia: el Papa dice en el párrafo 22 que no debemos entretenernos por los detalles y mirar los problemas más grandes. Más adelante en el párrafo 57, deja en claro lo que realmente significa esto cuando dice: " la obsesión por la ley, la fascinación por mostrar conquistas sociales y políticas, la ostentación en el cuidado de la liturgia, de la doctrina y del prestigio de la Iglesia, la vanagloria ligada a la gestión de asuntos prácticos, el embeleso por las dinámicas de autoayuda y de realización autorreferencial”. En esta ocasión, el desafío del Papa no es nada más para los liturgistas. Aquellos que se retirarían de la vida y se dedicarían únicamente a la oración están perdiendo el sentido. "No es sano amar el silencio y rehuir el encuentro con el otro, desear el descanso y rechazar la actividad, buscar la oración y menospreciar el servicio. Todo puede ser aceptado e integrado como parte de la propia existencia en este mundo, y se incorpora en el camino de santificación. Somos llamados a vivir la contemplación también en medio de la acción, y nos santificamos en el ejercicio responsable y generoso de la propia misión” (# 26).
La actividad (o misión) que santifica. Disfruté muchas partes de este documento, pero tal vez una de las más poderosas es una cita del filósofo español, Xavier Zubiri, que es una simple afirmación sobre cómo encontrar el sentido de la vida: "no es que la vida tenga una misión, sino que es misión" (# 27). El Papa alienta a todos a buscar la santidad para no limitar sus vidas, sino todo lo contrario, porque él cree que la santidad nos hace más vivos, más humanos.
Tú también necesitas concebir la totalidad de tu vida como una misión. Inténtalo escuchando a Dios en la oración y reconociendo los signos que él te da. (#23)
La santidad se encuentra en las bienaventuranzas. Después de advertir acerca de un par de antiguas herejías en la Iglesia que se han convertido en problemas modernos como el gnosticismo (que enseña que todo está en nuestra cabeza y no necesitamos a Dios) y el pelagianismo (que enseña que podemos salvarnos a nosotros mismos, y otra vez, no necesitamos a Dios), el Papa ofrece una maravillosa reflexión sobre las bienaventuranzas de Mateo 5; las cuales son ya conocidas, pero valen la pena recordar.
Después de esto, el Papa ofrece algunos fuertes desafíos a los católicos, para ver la última escena de juicio en Mateo 25, 31-46 como nuestra guía para la vida. No es lo que pensamos, sino lo que hacemos para los más desaventajados de nuestros hermanos y hermanas.
Uno de los desafíos más fuertes que da es a aquellos que "viven sospechando del compromiso social de los demás..." (#101). Aquí, hace énfasis en un punto específico para aquellos que defienden las vidas de los no nacidos, pidiendo que apoyemos este derecho, pero también desafía a aquellos que trabajan en esta área para que de igual manera tengan un fuerte cuidado con los necesitados, especialmente los pobres, los ancianos y, en particular, los migrantes. El Papa dice que este tema no puede colocarse en un segundo nivel: “Que diga algo así un político preocupado por sus éxitos se puede comprender; pero no un cristiano, a quien solo le cabe la actitud de ponerse en los zapatos de ese hermano que arriesga su vida para dar un futuro a sus hijos. ¿Podemos reconocer que es precisamente eso lo que nos reclama Jesucristo cuando nos dice que a él mismo lo recibimos en cada extranjero (cf. Mt 25,35)?”.
“Si un emigrante reside con vosotros en vuestro país, no lo oprimiréis. El emigrante que reside entre vosotros será para vosotros como el indígena: lo amarás como a ti mismo, porque emigrantes fuisteis en Egipto” (Lv 19,33-34) #103
¡Qué desafío! Y para el feligrés que acude a Misa, también hay desafíos, citando una autoridad no menos que Santo Tomás de Aquino: "No adoramos a Dios con sacrificios y dones exteriores por él mismo, sino por nosotros y por el prójimo" (# 106).
Las notas de santidad. Todo esto puede parecer suficiente, pero lo que más disfruté encontrar fue el consejo del Papa sobre cómo poner todo esto en práctica. Él identifica 5 marcas de santidad. Ahora, antes de mirar hacia abajo para ver cuáles son, haga cada uno de ustedes su propia lista. No será sorprendente si todos tienen uno o dos en común con el Papa:
5 signos de santidad en la actualidad:
- Aguante, paciencia y mansedumbre
- Alegría y sentido del humor
- Audacia y fervor
- En comunidad (en los pequeños detalles)
- En oración constante: la Palabra nos lleva a la Eucaristía
Compartir la Palabra y celebrar juntos la Eucaristía nos hace más hermanos y nos va convirtiendo en comunidad santa y misionera (# 142)
La insistencia del Papa de que es en los pequeños detalles donde encontramos el camino a la santidad nos hace recordar precisamente a San Francisco y a su Porciúncula o su pequeña porción. El Papa mira la vida de Jesús y se fija en todas las veces que Jesús vio cosas pequeñas y las llamó santas.
La santidad es una batalla. Ahora, el Papa no vive con la cabeza en las nubes, sino que también ve el mal y al diablo como reales. Sin errores, debemos considerar la vida cristiana como un combate permanente. Sin embargo, una de las mejores líneas sobre este tema es que para el Papa "la lucha es muy bella" (# 158) - en esta lucha sentimos que Dios trabaja a través de nosotros y que Cristo gana batalla tras batalla a través de nuestras vidas.
Necesitamos el empuje del Espíritu para no ser paralizados por el miedo y el cálculo, para no acostumbrarnos a caminar solo dentro de confines seguros (# 133)
El Papa nos comparte más consejos al sugerir que debemos llevar vidas de discernimiento. En particular, sugiere que todos los días, hagamos algún tipo de examen de conciencia que se vuelva una especie de seguimiento sobre cómo estamos luchando la batalla por la santidad y que reconozcamos con completa honestidad dónde hemos fallado. El Papa también alienta las ciencias humanas que pueden ayudarnos a evaluar nuestras vidas y ver hacia dónde vamos. Pero al final, el Papa nos llama a tener una fe adulta, una que acepte la agenda de Dios. Es infantil e incorrecto esperar que Dios castigue a nuestros enemigos, pues "Él no hace caer fuego sobre los infieles” (# 174) y es momento de crecer y reconocer esto.
El llamado a la santidad consiste en descubrir nuestra misión bautismal, y en lugar de tratar de resumir todo lo que esto significa, aquí está la conclusión del Papa:
"177. Espero que estas páginas sean útiles para que toda la Iglesia se dedique a promover el deseo de la santidad. Pidamos que el Espíritu Santo infunda en nosotros un intenso anhelo de ser santos para la mayor gloria de Dios y alentémonos unos a otros en este intento. Así compartiremos una felicidad que el mundo no nos podrá quitar".