El Misterio de la Fe: Mysterium Fidei
El Misterio de la Fe es una aclamación eucarística, que se canta directamente después de que las palabras de la institución transforman el pan y el vino en el cuerpo y sangre de Cristo, durante la Misa católica del Rito Romano. Anteriormente llamada Aclamación Memorial, el Mysterium Fidei expresa una de las verdades y misterios de la fe más profundos.
La historia del Misterio
Cuando los liturgistas que estaban trabajando con el Papa Pablo VI, actualmente, San Pablo VI, llegaron al tema de la Plegaria Eucarística, hubo ciertas complicaciones que tenían que resolver, dentro del programa de lo que llamaron aggiornamento, el proceso por medio del cual había que seguir adelante, regresando a las fuentes originales. La primera situación fue si debería de haber más formas de la plegaria. Esa era una de las peticiones más populares de los sacerdotes y obispos, puesto que el Canon Romano (lo que llamamos Plegaria Eucarística I) era muy largo y complicado y, además, tenía un punto de vista particular de la Eucaristía, que muchos sentían incompleto. Entonces, con base en varias formas de oración antiguas, la Iglesia ahora permite un mayor número de Plegarias Eucarísticas.
Dentro de la propia plegaria, los Padres Conciliares dialogaron mucho sobre si las palabras de la institución —las palabras que Jesús pronunció en la Última Cena— deberían de ser traducidas, y si deberían de ser pronunciadas en voz alta. Les tomó tiempo estar de acuerdo en que Jesús no habló en latín durante la Última Cena, y por lo tanto, que el sonido en sí de las palabras en latín no era sagrado, y puesto que los Apóstoles pudieron escribir las palabras de Jesús, Él tuvo que pronunciarlas en voz alta. Pero, luego, había también la corta frase situada hacia el final del relato de la institución, en las palabras sobre el vino, “Hic est enim calix sanguinis mei, novi et aeterni testamenti: mysterium fidei: qui pro vobis et pro multis effundetur in remissionem peccatorum.” Las palabras mysterium fidei están intercaladas en medio de la oración. No proceden de las Escrituras, y fueron agregadas a las palabras de Jesús, únicamente en la Iglesia romana, alrededor del año 500. Entonces, ¿qué hacer? Si las palabras de Jesús habían de pronunciarse en voz alta, en verdad tenía sentido seguir adelante, volviéndose hacia atrás y dejar que Jesús nos hablara en sus propias palabras en esta parte central de la Eucaristía.
La aclamación del pueblo
¿Pero qué hacer con mysterium fidei? Estas palabras: “El misterio de la Fe”, son hermosas y nos recuerdan la verdad central de que la Misa, en su corazón, es un gran misterio de la fe. Entonces, los expertos pensaron en mantener estas palabras de alguna forma. Y agregaron otra petición, que ya había sido parte del trabajo preparatorio del Vaticano II. Los expertos litúrgicos examinaron la Plegaria Eucarística en muchas tradiciones y vieron que la participación del pueblo podría enriquecerse, en particular para afirmar la presencia real de Jesús en la apariencia de pan y vino. Muchas tradiciones de oración en Oriente incluyen una aclamación del pueblo, aclamación al memorial en este punto de la Misa. Éstas variaban desde un simple amén después de las palabras sobre el pan, al convertirse en el Cuerpo de Cristo, en la liturgia de San Santiago, y en ambas partes de la consagración, en la Liturgia de San Juan Crisóstomo, a una aclamación más extensa, de esa misma liturgia: “Conmemoramos tu muerte, Señor, y proclamamos tu resurrección”. En la Iglesia Cóptica de Egipto, se usa la Liturgia de San Basilio. Desde la narración de la Última Cena, los fieles aclaman las palabras del sacerdote, diciendo: “Esto es verdad”, “Así sea”, o “Amén”. Al final de la consagración en ambas tradiciones, el sacerdote recita las palabras de San Pablo, de Corintios 11, “Cada vez que comemos de este pan…” Y el pueblo hace una respuesta más elaborada. En Egipto puede ser esta: “Anunciamos tu muerte, Señor, confesamos tu Santa resurrección y ascensión. Te alabamos, te bendecimos, te damos gracias, Señor, y te rogamos, Oh Dios Nuestro". [Traducción del Editor]
Las tres opciones de la traducción del Rito Romano
Como miembro de la Iglesia católica, que conoce la estructura actual de nuestras plegarias eucarísticas, ya pueden ver hacia donde nos dirigimos. El Mysterium Fidei se convirtió en la invitación a la aclamación del memorial, y las aclamaciones de Jesús y su gran don para nosotros se tomaron de varias tradiciones litúrgicas. Examinemos de cerca.
Las primeras dos son muy similares:
1. Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!
2. Cada vez que comemos de este pan y bebemos de este cáliz, anunciamos tu muerte, Señor, hasta que vuelvas.
El texto se toma de 1 Corintios 11, 26:
“Fíjense bien: cada vez que comen de este pan y beben de esta copa están proclamando la muerte del Señor hasta que venga”.
Esta aclamación afirma algo en lo que quizás no pensemos mucho: la Comunión es un acto de fe, una proclamación de que creemos en la pasión de Jesús, y en la segunda venida. Esto es particularmente importante. La Comunión no es el destino de nuestras vidas, sino una proclamación de que sabemos que esta vida está incompleta hasta que Jesús venga a realizarla a plenitud. Cuando examinamos el latín, vemos que usa unas palabras ligeramente diferentes y, entonces, es útil que las examinemos también:
Mortem tuam annuntiamus, Domine, et tuam resurrectionem confitemur, donec venias.
Primero notamos que el texto en latín refleja mejor las Escrituras, no refiriéndose a la venida de Jesús otra vez, sino únicamente a su venida. Me gusta el sentido de llevar buenas nuevas que refleja el verbo “anunciar”. Podríamos también debatir sobre los otros verbos; ya que el latín y el inglés no se reflejan uno en el otro. En español, “annuntiamus” y “anunciamos” se corresponden perfectamente.
Anunciamos la Muerte y Resurrección como una pareja anuncia su compromiso o como un vocero anuncia las noticias. Y, luego, la palabra confitemur, suscita una complicación porque la mayoría de la gente piensa en confesión como algo que tiene que ver con pecados, entonces, en inglés funciona bien “profesar” y, en español, “proclamar” [“profesar” en su primera acepción, significa ‘manifestar’; y “proclamar”, entre otros significados, es ‘pregonar, ‘hacer público’, ‘anunciar’]. Las dos aclamaciones varían en que la primera hace referencia a la resurrección, lo que es un agregado a lo que encontramos en las Escrituras, mientras que la segunda es mucho más cercana al pasaje bíblico que se refiere a comer y beber, lo cual, en algunas circunstancias, no sería apropiado.
La tercera aclamación es una magnífica aglomeración de fuentes, pasemos a descifrarla:
3. “Salvador del mundo , sálvanos, tú que nos has liberado por tu cruz y resurrección”.
En latín comienza con el título de Jesús, Salvator mundi, Salvador del mundo. Aquí está lo curioso. Este título de Jesús aparece dos veces en las Escrituras. La primera vez en el capítulo 4 del Evangelio según san Juan, en la historia de Jesús y la samaritana. Después de que la gente del pueblo la ha escuchado y, luego, escuchan al propio Jesús, ellos proclaman que ya no creen por lo que ella les ha dicho, sino por lo que ellos mismos escucharon, que Jesús es el Salvador del mundo. Debemos ponernos en el lugar de esos samaritanos. Nosotros sabemos que Jesús es el Salvador del mundo, y no sólo eso, le pedimos salvarnos: “sálvanos”. La segunda mitad de esta aclamación también debe ser conocida: no es distinta al diálogo del inicio de las Estaciones de la Cruz. “Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Porque por tu Santa cruz redimiste al mundo”. Cuando comparamos las versiones en latín de estas dos oraciones el paralelo es fuerte:
Estaciones: quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.
Aclamación: qui per crucem et resurrectionem tuam liberasti nos.
Esta tercera aclamación con toda seguridad debe ser la favorita de la Cuaresma, enlazada con el Evangelio de la Samaritana (Cuaresma 3A) y conectada con el Via Crucis. En perfecta sintonía.
Tener que elegir enaltece la celebración del Sacrificio Eucarístico
Lo cual nos lleva a los detalles prácticos sobre porqué tener tres aclamaciones en este momento de la liturgia. Tener varias opciones significa que habrá que elegir. Si no elegimos, o sólo usamos la primera, simplemente porque es la primera, no es elegir. Cuán poderosa sería la experiencia litúrgica de este momento clave de la liturgia, si elegimos una aclamación diferente según el tiempo litúrgico o según la celebración de que se trate. ¡Lo dejo a su creatividad!
Esta serie de entradas de blog pretende ofrecer una mirada más profunda a varias de las partes que se suelen cantar durante la Misa, así como su origen, historia, uso actual, etc. Descubra más de esta serie:
- Ritos Iniciales Parte 1 Gloria in Excelsis Deo: Gloria a Dios
- Ritos Iniciales Parte 2 Kyrie Eleison: Señor, Ten Piedad
- Liturgia de la Palabra Parte 1 Aclamación Antes del Evangelio: Aleluya
- Liturgia de la Palabra Parte 2 Aclamación Antes del Evangelio para Cuaresma
- Liturgia Eucarística Parte 1 Sanctus: Santo, Santo, Santo
- Liturgia Eucarística Parte 2 Mysterium Fidei: El Misterio de la Fe
- Liturgia Eucarística Parte 3 Doxología Final y Amén
- Liturgia Eucarística Parte 4 Agnus Dei: Cordero de Dios
Para una lista completa de los arreglos musicales para la Misa en español y bilingües que ofrece OCP, lo invitamos a ver nuestra página arreglos para la Misa AQUÍ.