El seno familiar puede ser la visión del paraíso eterno, donde a pesar de nuestras diferencias de pensamiento, carácter y cultura, la complementariedad nos prepara para repetir un comportamiento similar en la escuela, el trabajo, la parroquia, en fin en la sociedad. Poder señalar nuestro pensamiento, ser escuchados y escuchar, evaluar y permitir ser evaluados es parte de esa fraternidad que el Papa Francisco describe como dimensión esencial del hombre.
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